viernes, 1 de octubre de 2021

Maixabel

Lo que hemos hecho no podemos cambiarlo y, como dice Aristóteles, la felicidad solo puede venir como resultado de toda una vida de la que podamos encontrar un relato sincero y honesto de nosotros mismos. Los protagonistas de esta película no pueden encontrar la felicidad. Uno por lo que ha hecho, la otra por lo que le hicieron. Solo en el perdón, el encuentro, la explicación de por qué se hizo lo que se hizo ambos esperan encontrar la expiación, pues ambos se sienten culpables. Uno por lo que hizo, la otra por lo que no hizo. La cuestión es que si no podemos encontrar la felicidad porque se nos ha negado, quizás podemos encontrar la tranquilidad, lo que los griegos llamaban la ataraxia.

Sartre decía que somos lo que hacemos, Ibón se ha convertido en un asesino y no puede dejar de pensar en lo que es, ¿cómo retroceder y evitar el pasado? Es imposible, soy lo que he hecho y eso nada ni nadie lo puede cambiar, ¿hay alguna manera de expiar la culpa? El cristianismo ofrece el arrepentimiento y el perdón pero si uno no cree, ¿que posibilidades se le ofrecen?

Maixabel siente la incomprensión del asesinato hasta el punto que le impide continuar en  un proyecto de vida que había pensado junto a su marido. Está perdida, estancada; toda la vida se ha parado en el punto del atentado. ¿Cómo puede continuar? ¿Qué le impide seguir adelante?

Somos fantasmas en busca de una identidad que apenas podemos atisbar en el curso de una vida. Algunos llegan creerse su propia historia, otros se quedan en el camino, otros se hacen monstruos y otros jamás se lo preguntan. La filosofía ofrece consuelo, o eso dicen algunos, pero la búsqueda del sentido de la propia vida fuera de la religión se torna difícil, sin esperanza en otra vida. Decía Sócrates, una vida sin filosofía no merece la pena de ser vivida. Quizás podamos borrar las huellas de la memoria que no nos gusta (aunque nunca del todo, y menos con google) mediante la superposición de otras memorias dignas de ser recordadas; del verdadero arrepentimiento y consuelo de aquellos a los que hemos hecho daño, y con la esperanza de que no se vuelva a repetir. Ibón es la respuesta a reencontrarse con uno mismo en la propia renuncia del yo . Maixabel es la respuesta a superar el dolor con valentía y generosidad. Ambos deciden seguir adelante, no olvidan, simplemente se encuentran y dialogan. Se hacen filósofos, y es precisamente esa pequeña ventana de la filosofía la que les permite abrir un nuevo camino, con o sin esperanza, en la razón.
 


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