lunes, 22 de noviembre de 2021

¿El buen patrón?

 En la novela «El Camino» Miguel Delibes hace decir a uno de los chicos que el verdadero hombre es un hombre equilibrado, «un hombre que no pecaba ni por exceso ni por defecto, un hombre en el fiel»; y eso es precisamente Blanco, dueño de una fábrica de balanzas obsesionado con la medida justa, con el fiel de la balanza. Pero ¿quién es en realidad Blanco? ¿El empresario jefe bueno y comprensivo que trata a sus empleados como  si fueran sus hijos? ¿Un filántropo dedicado y preocupado por la gente? En realidad, vamos descubriendo al verdadero Blanco en el transcurso de la película. No es lo que parece, realidad y apariencia invaden el relato de la realidad creada por la obsesión de Blanco, hasta los propios recuerdos aparecen alterados por su autobiografía. Nada es lo que parece, la verdad es una cuestión del relato que uno hace convincente para los demás, es un problema de comunicación. Blanco, el buen patrón, es el prototipo del posmodernismo, el hacedor de realidades alternativas que en el fondo esconden el interés del dinero. ¿Su mujer? Aparentemente con un papel menor, es la única que tiene los pies en la tierra, que interpreta la realidad desde los hechos, consciente de lo que representa. No le importa la justicia, ni la igualdad, pero tampoco lo disimula, simplemente la cosas son como son y nada ni nadie puede cambiarlas. Al revés que su marido, no se esconde en la hipocresía, pero acepta sin ninguna reflexión moral la injusticia de los hechos.

Magnífico Javier Bardem en un papel que lo hace perfectamente creíble. Excelentes todos los demás actores y actrices que giran alrededor aunque quedan un poco en sombra para la actuación sobresaliente de Bardem. La película toca todos los temas actuales: las relaciones laborales, el feminismo, la violencia sexual, la inmigración, la deslealtad, el adulterio. Todas tienen un pequeño momento y todas son parte del problema de la identidad que viven las sociedades tardomodernas. La fragmentación de las mismas ocurre en todos los ámbitos y apunta a lo mismo: la soledad del ser humano, la pérdida del yo, acabar con la conciencia moral que inventaron los ilustrados. 

Blanco no solo es un hipócrita, termina por convertirse en un cínico, pero de la peor calaña pues ni él mismo sabe que lo es. En su realidad paralela, en su autonarración con la que se construye su personalidad, su yo, su identidad, se ve como una buena persona, un buen patrón. ¿Dónde está el límite de la inmoralidad? ¿Estamos condenados a la barbarie?

domingo, 21 de noviembre de 2021

Dune: una odisea espacial

 

Una nueva historia de héroes y villanos. La obsesión americana del elegido, el salvador, el esperado que va a traer la libertad al pueblo explotado. Muchos guiños a la Grecia clásica, Troya, la guerra santa, a los símbolos de una cultura heroica. Paul, el protagonista no sabe quién es aunque toda su vida ha sido labrada en torno a su destino como sucesor del duque, señor de los atridas. Vive instalado en la duda, pensamientos extraños, sentimientos encontrados porque otra vida se le presenta en sueños, premoniciones, muertes, guerras, un territorio distinto. Es joven, casi un adolescente pero con temores, preocupaciones y responsabilidades de una persona importante, sin saber exactamente por qué es tan especial. Su madre, mujer heroica, procedente de dudosa reputación, es la amante y preferida del duque, el padre de Paul. Como toda madre de héroe es una mujer excepcional, alumna aventajada de las sacerdotisas del emperador, que ha criado a su hijo en los secretos del autodominio y control, hecho que Paul va enterándose poco a poco, viviendo, en el conocimiento de los otros se conoce a sí mismo y en especial en el amor. Dune no es más que la búsqueda y encuentro de uno mismo, la aceptación de lo que somos y la asunción del destino. La lucha por la autenticidad, por el yo auténtico se revela esencial y no aceptar lo que somos solo puede convertirse en tragedia, en el fracaso de nuestra vida como mendigos, vagabundo, seres perdidos que han abandonado toda lucha. El espíritu de Nietszche  se  manifiesta en todo el relato. Debemos abandonar la zona de confort para convertirnos en héroes, en nuevos hombres de un mundo nuevo, pero ello solo mediante la lucha, el enfrentamiento, las dificultades que nos van probando, revelando nuestro yo verdadero. ¿Cómo saber quién somos? Esa es la pregunta que no se responde, la pregunta filosófica desde Sócrates. La respuesta está en el camino, en el echarse a andar y enfrentarse a lo desconocido.

viernes, 1 de octubre de 2021

Maixabel

Lo que hemos hecho no podemos cambiarlo y, como dice Aristóteles, la felicidad solo puede venir como resultado de toda una vida de la que podamos encontrar un relato sincero y honesto de nosotros mismos. Los protagonistas de esta película no pueden encontrar la felicidad. Uno por lo que ha hecho, la otra por lo que le hicieron. Solo en el perdón, el encuentro, la explicación de por qué se hizo lo que se hizo ambos esperan encontrar la expiación, pues ambos se sienten culpables. Uno por lo que hizo, la otra por lo que no hizo. La cuestión es que si no podemos encontrar la felicidad porque se nos ha negado, quizás podemos encontrar la tranquilidad, lo que los griegos llamaban la ataraxia.

Sartre decía que somos lo que hacemos, Ibón se ha convertido en un asesino y no puede dejar de pensar en lo que es, ¿cómo retroceder y evitar el pasado? Es imposible, soy lo que he hecho y eso nada ni nadie lo puede cambiar, ¿hay alguna manera de expiar la culpa? El cristianismo ofrece el arrepentimiento y el perdón pero si uno no cree, ¿que posibilidades se le ofrecen?

Maixabel siente la incomprensión del asesinato hasta el punto que le impide continuar en  un proyecto de vida que había pensado junto a su marido. Está perdida, estancada; toda la vida se ha parado en el punto del atentado. ¿Cómo puede continuar? ¿Qué le impide seguir adelante?

Somos fantasmas en busca de una identidad que apenas podemos atisbar en el curso de una vida. Algunos llegan creerse su propia historia, otros se quedan en el camino, otros se hacen monstruos y otros jamás se lo preguntan. La filosofía ofrece consuelo, o eso dicen algunos, pero la búsqueda del sentido de la propia vida fuera de la religión se torna difícil, sin esperanza en otra vida. Decía Sócrates, una vida sin filosofía no merece la pena de ser vivida. Quizás podamos borrar las huellas de la memoria que no nos gusta (aunque nunca del todo, y menos con google) mediante la superposición de otras memorias dignas de ser recordadas; del verdadero arrepentimiento y consuelo de aquellos a los que hemos hecho daño, y con la esperanza de que no se vuelva a repetir. Ibón es la respuesta a reencontrarse con uno mismo en la propia renuncia del yo . Maixabel es la respuesta a superar el dolor con valentía y generosidad. Ambos deciden seguir adelante, no olvidan, simplemente se encuentran y dialogan. Se hacen filósofos, y es precisamente esa pequeña ventana de la filosofía la que les permite abrir un nuevo camino, con o sin esperanza, en la razón.