El hombre no sabe cuánto tiempo va a vivir, y su identidad es memoria, los recuerdos que va forjando a lo largo de las experiencias de la vida. La personalidad es cómo manejamos y mostramos ante los demás la posesión de un yo, de una identidad que nos hace más o menos predecibles ante los demás.
Los replicantes buscan saber quienes son, y por ello coleccionan fotografías. Son conscientes de que son pero no de lo que son. Quieren tener memoria, recuerdos, parecerse al humano, mientras los humanos huyen a la vez de su propia historia, niegan sus recuerdos y falsean su memoria construyendo una personalidad débil, que puedas ser facilmente sustituible por cualquier otra si así conviene y las circunstancias lo requieren. El héroe de Patricia Highsmith, Tom Ripley, es el prototipo del hombre moderno. Se niega a si mismo para afirmarse en un otro que envidia y que quiere ser. Se afirma el yo quiero frente al yo puedo, debo o tengo, y para ello ni importa el cómo. Las personalidades fuertes necesitan dotarse de valores sólidos, estables, fuertes, al contrario que las personalidades débiles, cuyo carácter es moldeable, cambiante, de valores flojos y sustituibles, a quienes les importa lo mismo un roto que un descosido.
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