lunes, 23 de diciembre de 2013

La Personalidad

En la película Blade Runner, el clásico de la ciencia ficción, nos encontramos con los replicantes, copias de hombres sin historia. En su historia,  Die Befristeten, traducida por los emplazados, aunque en realidad quiere decir  "Sus días están contados", Elias Canetti cuenta la historia de unos hombre que portaban un número en la frente cuyo significado era los días que iban a vivir.

El hombre no sabe cuánto tiempo va a vivir, y su identidad es memoria, los recuerdos que va forjando a lo largo de las experiencias de la vida. La personalidad es cómo manejamos y mostramos ante los demás la posesión de un yo, de una identidad que nos hace más o menos predecibles ante los demás.

Iris Murdoch dice que el problema del hombre moderno es que se ha quedado con una idea demasiado superficial de la personalidad. Marshal Berman habla también de una personalidad en fuga como característica de la modernidad. Y para ello acude a una cita de Marx: "Todo lo sólido se desvanece en el aire". La característica del hombre actual es la falta de solidez, siguiendo a Zygmun Bauman, sinifica que todo se ha convertido en líquido: el amor, la comunidad, la sociedad, los valores, la identidad, la personalidad, en definitiva, el hombre mismo.

Los replicantes buscan saber quienes son, y por ello coleccionan fotografías. Son conscientes de que son pero no de lo que son. Quieren tener memoria, recuerdos, parecerse al humano, mientras los humanos huyen a la vez de su propia historia, niegan sus recuerdos y falsean su memoria construyendo una personalidad débil, que puedas ser facilmente sustituible por cualquier otra si así conviene y las circunstancias lo requieren. El héroe de Patricia Highsmith, Tom Ripley, es el prototipo del hombre moderno. Se niega a si mismo para afirmarse en un otro que envidia y que quiere ser. Se afirma el yo quiero frente al yo puedo, debo o tengo, y para ello ni importa el cómo. Las personalidades fuertes necesitan dotarse de valores sólidos, estables, fuertes, al contrario que las personalidades débiles, cuyo carácter es moldeable, cambiante, de valores flojos y sustituibles, a quienes les importa lo mismo un roto que un descosido.

 Los primeros consturyen identidad, los segundos construyen identidades. La diferencia no es la debilidad del carácter, sino la debilidad de la personalidad.




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