LA VEJEZ
Sorrentino vuelve a sorprender. Una película, de nuevo, llena de sugerencias y reflexiones con una gran ironía, que empieza en el mismo titulo de la película. En realidad es una reflexión sobre el final de la vida: lo que hemos hecho, lo que hemos soñado y deseado. Nuestros sueños cumplidos e incumplidos, en definitiva, lo que somos porque hemos sido.
Como vengo repitiendo en este blog, la identidad es un proceso que dura todo el ciclo de una vida. Sorrentino nos pone en el espejo de nuestra identidad al final de la vida: el momento de reflexionar hasta qué punto somos algo, o hemos conseguido definirnos de algún modo.
José Luis Pardo dice que no podemos ser individuos privados sin ser antes ciudadanos, No es posible dotarse de una identidad privada, no somos nadie hasta que firmemos el pacto social, y al reconocernos pertenecientes a una comunidad entonces podemos adquirir una identidad (Pensemos en los casos de los indios americanos, o de las minorías étnicas en ciertos contextos de dominio cultural de una etnia mayoritaria).
Fred es un compositor de éxito y es reconocido como tal. Su amigo Mick, también cercano a los 80 es un director de éxito y se encuentran en un balneario al pie de los Alpes. Aparece otro personaje, joven actor que busca inspiración para su nueva película. Es lo contrario de ambos ancianos, busca en los demás lo que él carece: una identidad. Observa para apropiarse de ciertas características de otras personalidades. Para el joven actor: "mi yo es la suma de los otros yoes". Fred y Mick son únicos, en especial Fred, quien, sin embargo, pasa por una crisis existencial. ¡Una crisis de identidad a los 80 años! ¡Qué irónico! Fred es como un adolescente, en busca de una personalidad.
El problema de Fred, de MIck es que se dan cuenta al final de su vida que aparte de sus creaciones, su música, sus películas, si se les quita esa vida profesional, no son nada, como Ulises ante Polifemo son nadie. El vacío está detrás de su máscara social, y eso es lo que no pueden soportar. Anhelan la juventud porque la juventud es acción y falta de reflexión. El profundo nihilismo que les invade es la causa de su angustia, angst. ¡Qué feliz la ignorancia perdida! ¿Y si el recuerdo de uno no es como uno lo quiere? Una vez desaparecidos, la memoria queda en manos de los otros, sean quienes sean. Mi yo ya no será mío y en esa medida la inmortalidad aristotélica es una farsa. Por eso el cristianismo habla de una inmortalidad en otra vida, pero en otra vida donde sigamos siendo nosotros mismos. no una memoria en la que el yo desparece suplantado por el nosotros. ¡Qué vanidosa es la naturaleza humana! Y eso es lo que Sorrentino nos cuenta de manera visual y por lo que me parece un gran director de cine. Es Filosofía en imágenes, filosofía visual, filosofía sin palabras, ¿es posible? o quizás no es filosofía porque la Filosofía solo puede ser lenguaje.
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