Volvamos a la serie Lost. John Locke tiene varias posibilidades. Ha aterrizado en la isla porque ha tenido un accidente de avión. Milagrosamente parece estar curado de su parálisis de las piernas. Pero podría ser diferente, Incluso podría llegar a ser el lider del grupo, o también haber muerto en el accidente. Todas las posibilidades están abiertas y son simultáneas, pero solo una se hace realidad. ¿Quién elige?
Desde el punto de vista de los personajes, son ellos los que libremente deciden el curso de sus acciones, pero no saben que son parte de una historia ya decidida por alguien exterior, fuera de su sistema. Locke tiene un carácter duro, fuerte, a diferencia del cantante de rock que se nos aparece flojo, lleno de dudas, flaquezas, falto de personalidad. Sin embargo, los caracteres se nos aparecen coherentes, con lógica y cuyo curso de acción es más o menos predecible. La realidad es muy diferente. Lo curioso de la serie Lost, es que el curso de la trama se iba haciendo según se rodaba y las opiniones aportadas por los espectadores.La realidad de los personajes dependía de unos observadores extraños, ajenos a la película, aunque los propios protagonistas se creían responsables de sus propias acciones.
La personalidad no es un asunto propio. No depende solo de uno, sino de los que te rodean. Uno no se hace o construye a sí mismo, sino que son los demás los que te moldean y hacen que seas lo que eres. Nos creemos autores de nuestra propia existencia pero somos igual que el gusano que se cree libre cuando hila su capullo de seda. Hilamos nuestro propio capullo vital con el hilo de una existencia que no depende de nosotros, sino de cómo nos ven y quieren que hagamos los demás. Nuestra personalidad no es nuestra, no nos pertenece, pero, ¿y nuestra voluntad?
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