domingo, 29 de diciembre de 2013

La personalidad perdida

Volvamos a la serie Lost. John Locke tiene varias posibilidades. Ha aterrizado en la isla porque ha tenido un accidente de avión. Milagrosamente parece estar curado de su parálisis de las piernas. Pero podría ser diferente, Incluso podría llegar a ser el lider del grupo, o también haber muerto en el accidente. Todas las posibilidades están abiertas y son simultáneas, pero solo una se hace realidad. ¿Quién elige?

Desde el punto de vista de los personajes, son ellos los que libremente deciden el curso de sus acciones, pero no saben que son parte de una historia ya decidida por alguien exterior, fuera de su sistema. Locke tiene un carácter duro, fuerte, a diferencia del cantante de rock que se nos aparece flojo, lleno de dudas, flaquezas, falto de personalidad. Sin embargo, los caracteres se nos aparecen coherentes, con lógica y cuyo curso de acción es más o menos predecible. La realidad es muy diferente. Lo curioso de la serie Lost, es que el curso de la trama se iba haciendo según se rodaba y las opiniones aportadas por los espectadores.La realidad de los personajes dependía de unos observadores extraños, ajenos a la película, aunque los propios protagonistas se creían responsables de sus propias acciones.

La personalidad no es un asunto propio. No depende solo de uno, sino de los que te rodean. Uno no se hace o construye a sí mismo, sino que son los demás los que te moldean y hacen que seas lo que eres. Nos creemos autores de nuestra propia existencia pero somos igual que el gusano que se cree libre cuando hila su capullo de seda. Hilamos nuestro propio capullo vital con el hilo de una existencia que no depende de nosotros, sino de cómo nos ven y quieren que hagamos los demás. Nuestra personalidad no es nuestra, no nos pertenece, pero, ¿y nuestra voluntad?

lunes, 23 de diciembre de 2013

La Personalidad

En la película Blade Runner, el clásico de la ciencia ficción, nos encontramos con los replicantes, copias de hombres sin historia. En su historia,  Die Befristeten, traducida por los emplazados, aunque en realidad quiere decir  "Sus días están contados", Elias Canetti cuenta la historia de unos hombre que portaban un número en la frente cuyo significado era los días que iban a vivir.

El hombre no sabe cuánto tiempo va a vivir, y su identidad es memoria, los recuerdos que va forjando a lo largo de las experiencias de la vida. La personalidad es cómo manejamos y mostramos ante los demás la posesión de un yo, de una identidad que nos hace más o menos predecibles ante los demás.

Iris Murdoch dice que el problema del hombre moderno es que se ha quedado con una idea demasiado superficial de la personalidad. Marshal Berman habla también de una personalidad en fuga como característica de la modernidad. Y para ello acude a una cita de Marx: "Todo lo sólido se desvanece en el aire". La característica del hombre actual es la falta de solidez, siguiendo a Zygmun Bauman, sinifica que todo se ha convertido en líquido: el amor, la comunidad, la sociedad, los valores, la identidad, la personalidad, en definitiva, el hombre mismo.

Los replicantes buscan saber quienes son, y por ello coleccionan fotografías. Son conscientes de que son pero no de lo que son. Quieren tener memoria, recuerdos, parecerse al humano, mientras los humanos huyen a la vez de su propia historia, niegan sus recuerdos y falsean su memoria construyendo una personalidad débil, que puedas ser facilmente sustituible por cualquier otra si así conviene y las circunstancias lo requieren. El héroe de Patricia Highsmith, Tom Ripley, es el prototipo del hombre moderno. Se niega a si mismo para afirmarse en un otro que envidia y que quiere ser. Se afirma el yo quiero frente al yo puedo, debo o tengo, y para ello ni importa el cómo. Las personalidades fuertes necesitan dotarse de valores sólidos, estables, fuertes, al contrario que las personalidades débiles, cuyo carácter es moldeable, cambiante, de valores flojos y sustituibles, a quienes les importa lo mismo un roto que un descosido.

 Los primeros consturyen identidad, los segundos construyen identidades. La diferencia no es la debilidad del carácter, sino la debilidad de la personalidad.




miércoles, 19 de junio de 2013

La identidad Personal

En su libro Reasons and Persons, Derek Parfit habla de una identidad que se sustenta en un sujeto de experiencias. Este sujeto consiste en una memoria capaz de recordar el pasado y el presente y además de proyectarse en el futuro, es decir, capar de situarse en la posición futura de recordar lo que todavía no ha ocurrido pero ocurrira. Estas experiencias son atribuidas a una misma entidad física y psicológica, la identidad personal que cada uno se va construyendo a lo largo de su vida.

El concepto de experincia ha sido y es la clave para entender el concepto de identidad del la filosofía de tradición anglosajona que partiendo de los empiristas ingleses puede entroncarse facilmente con el pragamtismo norteamericano. El nucleo de esta tradición sostiene que es la experiencia del pensamiento la que nos posibilita pensar y por tanto tener conciencia de nosotros mismos, justo al revés que la concepción cartesiana que manternía que es la existencia del pensamiento, del cogito, la que posibilita tener experiencias. Para Descartes la identidad del sujeto como pensamiento es previa a su existencia; para los pragmatistas la identidad es consecuencia de nuestra posibilidad, nuestra naturaleza humana, de tener experiencias y una de éstas es la experiencia cognitiva.

La estecha unión entre cuerpo y pensamiento no ha podido evitar la discusión de nuestra identidad a través de creaciones fantásticas como los zombies, los fantasmas, los robots, los monstruos, los cyborgs. Quizá el caso más famoso de la literatura fue la creación de Mary Shelley de Frankenstein. ¿Quién era Frankenstein? ¿Tenía identidad personal? ¿Tenía conciencia de sí mismo? ¿Sabía lo que era? En la película Yo Robot, el robot Sonny, se nos aparece al final con una pregunta: ¿Quién soy? o ¿qué soy? Sus ojos miran fijamente y dejan entrever en su mirada algo distinto, algo que le hace diferente.El
Remando al viento

descubrimiento de esa pregunta,de qué es algo pero no sabe qué es lo propio de su naciente identidad, igual que en el hombre para quien precisamente no saberse quién o qué es es lo que constituye el núcleo de su identidad. De nuevo la paradoja: para saber quién es uno primero tiene que dejar de ser, preguntarse por su ser. La formulación de la pregunta fundamental (ya lo decía Kant: ¿qué es el hombre?), permite ser un sujeto de experiencias, de dotarse de una identidad, de ser persona.